Gráfica
se incluye a toda la federación, esta
superaba los $1,700 millones en activos,
$1,400 millones en préstamos y $730
millones en depósitos, a diciembre del
año pasado.
La federación ha confeccionado un
modelo e ciente y sólido: su índice de
solvencia operativa se ubicó en 44.4 % el
año pasado –cuando lo permitido es del
75 %; su mora fue nula y su índice de
solvencia ponderada por activos es del
22.1 %, muy por encima del mínimo que
requiere la ley del 12 %, sostiene el
presidente de la entidad.
Para este año, FEDECREDITO pre-
vé un crecimiento del 11 % en su cartera
crediticia y mantener una Rentabilidad
sobre Patrimonio cercana al 11 %.
“Tenemos una presencia en 196 mu-
nicipios de El Salvador, de 262, ninguna
institución nanciera en el país tiene
esa cantidad”, resalta Rosales.
En Honduras, la Financiera CrediQ,
especializada en créditos para la ad-
quisición de vehículos, espera crecer 17 %
para este año. A diciembre de 2016, en ese
país sus activos eran de $124.6 millones y
sus créditos, de $101.9 millones.
Pero vista como un todo, CrediQ va
más allá y también opera en Costa Rica
y El Salvador, con instituciones no
reguladas, es decir que carecen de la
facultad de captar depósitos del público.
En sus cifras consolidadas, maneja una
cartera de $520 millones, dice Mauricio
Hasbún, director ejecutivo regional de
CrediQ.
“Que una operación no sea regulada
no quiere decir que no funcione bajo
ningún estándar”, observa Martínez, de
Fitch Ratings.
De cara a 2017, uno de los desafíos de
las IFNB será enfrentar el incremento
de tasas de interés.
“Los bancos, al tener modelos de
negocios más diversi cados, logran in-
gresos por comisiones y servicios com-
plementarios. Para las IFNB, la gestión de
tasas de interés es más importante por-
que sus resultados nales dependen de
ellas”, re exiona el analista de Fitch.
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El Economista
Abril - Mayo 2017
CAPITAL
INSTITUCIONES
FINANCIERAS