Marzo 2017
El Economista •
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cientí cas, literarias o artísticas.
La palabra “propiedad” siempre la
relacionamos a la posesión de bienes
físicos; en el caso de la propiedad
intelectual, estamos ante un pro-
ducto intangible. Uno puede leer una
novela o escuchar una canción, pero
el trabajo real es propiedad del es-
critor o del compositor. Nosotros
podemos escribir un código y crear la
aplicación de software, ponerlo en un
CD y distribuirlo para que millones
de personas lo puedan usar al mismo
tiempo, pero el CD no es el trabajo, el
trabajo es el propio software.
Lo tres tipos de propiedad in-
telectual aceptados y protegidos por
ley son patentes, derechos de autor y
marcas comerciales.
La legislación de nuestro país pro-
tege esta propiedad y permite ob-
tener reconocimiento o ganancias
por las invenciones o creaciones.
Por ejemplo, el respeto a estos
derechos de propiedad ha sido la
lucha constante de compañías como
Microsoft en el mundo. Las pérdidas
siguen siendo millonarias para la
industria, pero los esfuerzos comien-
zan a dar buenos resultados.
El gerente general de Microsoft
para Latinoamérica, Luiz Marcelo
Marrey Moncau, asegura que la pi-
ratería ha comenzado a disminuir
gracias a que en los países están
entendiendo el valor de la propiedad
intelectual. Cita como ejemplo el
caso de China, uno de los países con
más infracción por violación a los
derechos de autor: “Hoy en día es uno
de los principales exportadores de
propiedad intelectual”, dijo el Eje-
cutivo que llegó a El Salvador para
participar en el foro denominado
“Digital Transformation Summit
2017”.
La experiencia en China puede
reproducirse en Latinoamérica y en
nuestro país, que en los últimos años
-de 2009 a 2016- se ha mantenido
con una tasa de piratería del 80 al
81%, según un informe de Business
Software Alliance (BSA).
“Las consecuencias de adquirir
productos pirata incide en que las
organizaciones invierten menos en el desarrollo de productos.
Hay pérdidas de trabajo porque el ecosistema tecnológico no
aumenta por la falta de pago de servicios; por lo tanto, hay
menos empleo y menos desarrollo de otros productos al-
rededor de la propiedad intelectual, y eso a largo plazo conlleva
a ser un país menos competitivo”, explicó Marrey Moncau.
Aunque la propiedad intelectual se regula mediante la
protección de derechos de autor y protección de patentes a
escala mundial, cada país tiene sus propias reglas y el nuestro
no es una excepción. “Pero la regulación debe ser res-
ponsabilidad de ambas partes, mitad del Gobierno y mitad de la
industria”, agregó el gerente de Microsoft al ser consultado
sobre los esfuerzos y gestiones que hacen en El Salvador y la
región para involucrar a los gobiernos en el combate de la
piratería.
Los usuarios de computadoras de todo el mundo utilizan los
softwares sin licencia a un ritmo alarmante a pesar de ser muy
conscientes de los peligros asociados a la seguridad cibernética.
El 39% del software instalado en las computadoras de todo el
mundo en el año 2015 no está debidamente autorizado, según
informa la encuesta global de software de la BSA 2016.
El mismo estudio aclara que una de las claves para mejorar
con el cumplimiento de las licencias de software es crear
conciencia de los riesgos legales, nancieros y tecnológicos que
enfrentan las compañías que deciden usar software ilegal.
“Al generar
productos con
altovalor
agregadoyde
altovalor
competitivo se
disminuye la
piratería porque
las personas
pre eren los
bene cios y
seguridadque
les brindaun
so ware legal”.
LUIZMARCELOMARREY
MONCAU,
gerente general
deMicroso LatamNew
Markets para
Latinoamérica.
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LuizMarceloMarreyMoncau, gerente general deMicrosoft Latinoamérica
en el foro“Digital Transformation Summit 2017”.