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Según la CEPAL,
Latinoamérica cerró
1999 con una tasa de
crecimiento
de
0.6%,
registrando
una variación pro-
medio de 2.7% du-
rante esa década.
El ejemplo más
emblemático es El
Salvador, que se caracterizó por seguir al
dedillo las reformas propuestas desde
Washington. Apesar de ello, estanaciónha
mostrado bajo crecimiento de su eco-
nomía por 15 años (ver nota secundaria).
Por otra parte, analistas criticaron
que la liberalización del comercio se
centró en las importaciones, sin brindar
suficiente atención para que los países
mejoraran el acceso al mercado de ex-
portación y establecieran un tipo de
cambio competitivo.
Se señaló también que la libera-
lización financiera a menudo tuvo lugar
sin el complemento apropiado de su-
pervisión prudencial. Además, que las
empresas privatizadas no se vendían en
un mercado competitivo ni estaban
apropiadamente reguladas para com-
pletar la reforma de la privatización y del
comercio.
Al finalizar la década de los noventa,
los críticos apuntaron que América La-
tina seguía mostrando mayor desigual-
dad que cualquier otra región.
De acuerdo con la CEPAL, el 43.9%
de la población vivía en pobreza en 1999,
habiendo registrado solamente una re-
ducción de 4.4 puntos en 10 años.
Por otra parte, algunos defensores del
Consenso creían en la economía del
goteo, con la que el crecimiento se
derramaría hacia las capas desfavore-
cidas por medio de la
generación de em-
pleo, pago de mejores
salarios y consumo.
Para Stiglitz, las prue-
bas en contra de este
tipo de economía son
abrumadoras, al me-
nos en el sentido que un aumento en los
ingresos promedio no alcanza para ele-
var los ingresos de los pobres durante
períodos prolongados.
El premio Nobel estadounidense cri-
ticó que el Consenso de Washington
falló al no comprender las estructuras
económicas de los países en desarrollo,
al concentrarse en un conjunto de ob-
jetivos demasiado estrecho y en un gru-
po de instrumentos muy limitado.
Para Jaramillo, las recetas que se
aplicaron en aquella época carecían de
dos elementos importantes: un énfasis
en la pobreza y en la sostenibilidad
ambiental.
Sin embargo, acota que la región
como un todo, y principalmente en los
últimos 10 años, ha venido corrigiendo
estas carencias.
Ya entrado el nuevo siglo, América
Latina, ayudada por el boom de ex-
portaciones y precios de los “commo-
dities”, ha promovido y mantenido los
programas sociales. Jaramillo explica
que estos son parte del porqué los
niveles de pobreza han venido cayendo
poco a poco pero de manera ininte-
rrumpida en los últimos 10 años.
En ese período, el porcentaje de
población pobre se redujo casi en 11
puntos, cerrando 2009 en 33.1%.
Unaveletadereformas
Con los primeros resultados de la apli-
cación del Consenso de Washington, y
en un mundo que seguía cambiando, se
fueron reformando las medidas, sur-
giendo de esta manera el Consenso de
Washington Plus o Ampliado.
En 2003, el propio Williamson cues-
tionó si las reformas originales habrían
sido las más urgentes e importantes. Su
comunicaciones y de servicios del Estado
pasaron a manos del sector privado.
Según Casilda Béjar, entre los años
1988 y 2000, más de 1,000 empresas
estatales se privatizaron. El subcon-
tinente latinoamericano, dice, multipli-
có por seis el flujo de capitales, pasando
de $14,000 millones en 1990 a $86,000
millones en 1997.
Pero los analistas manifiestan que el
balance de las privatizaciones aún es
mixto. Según el director de la Sede
Subregional de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe en
México (CEPAL), Hugo Beteta, no hay
mucha evidencia de que este cambio en
la composición público-privada haya re-
sultado en grandes ganancias y en efi-
ciencia económica.
Además, señala que aún no estaría
claro que la proporción de inversión del
sector privado haya recuperado los ni-
veles de la inversión pública.
Beteta matiza afirmando que las
medidas adoptadas bajo la sombrilla
del Consenso de Washington sí lo-
graron la estabilidad macroeconómica
de Latinoamérica.
Jaramillo, del Banco Mundial, des-
taca que, en general, Latinoamérica
aprendió la importancia de evitar el
sobreendeudamiento público, el manejo
sano de la macroeconomía, los enormes
costos de la inflación y de la crisis
financiera.
A raíz de eso, la región no sufrió tan
fuerte la crisis mundial surgida en 2008
y, por primera vez ante esa situación,
pudo hacer políticas fiscales y mone-
tarias contracíclicas, bajar tasas de in-
terés, expandir el gasto y continuar
programas sociales. Ello supone, dice
Jaramillo, “un cambio revolucionario
para la región, que ha cambiado dra-
máticamente el panorama”.
Pero también los analistas indicaron
a principio de la década pasada los
resultados desalentadores y tardíos en
términos de crecimiento económico, re-
ducción de pobreza, redistribución del
ingreso y las condiciones sociales.
El Economista
www.eleconomista.net
Abril - Mayo 2012
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“El Estado ciertamente es
indispensable paramantener al
mercado. Yesa es la enseñanzamás
importante a estas alturas del partido.”
MIGUELGUTIÉRREZ,
director del Programa Estado de laNación
33.1%
de latinoamerica-
nos sonpobres,
cifraquese redu-
joen 15.2puntos
de 1989a2009.