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El Economista
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Abril - Mayo 2012
PODER
CONSENSODE
WASHINGTON
C
orría 1989, año con un vien-
to de cambio en el que
volaban noticias sobre el de-
rrumbe del símbolo de la
Guerra Fría: elmuro de Ber-
lín; y en nuestras latitudes, los conflictos
armados internos estaban a la orden del
día. En Centroamérica a eso se sumaba
una frágil economía y una deuda externa
creciente, situación que se compartía con
otros Estados de Latinoamérica.
Ese mismo año, en Estados Unidos,
el economista John Williamson redactó
un documento de referencia en el que
enumeró 10 reformas de política eco-
nómica que casi todos en Washington,
desde el Gobierno de ese país y or-
ganizaciones multilaterales como el
FondoMonetario Internacional (FMI) y
Banco Mundial consideraban necesario
emprender en América Latina para ha-
cer frente a esa deuda.
Así nació el llamado Consenso de
Washington, un “recetario” para pro-
curar un modelo más estable, abierto y
liberalizado en esta parte del mundo.
El decálogo proponía reformas en
varias áreas, como disciplina fiscal, prio-
ridades del gasto público, reforma tri-
butaria; liberalización de tasas de in-
terés, del comercio y de la inversión
extranjera directa; un tipo de cambio
competitivo, derechos de propiedad,
privatización y desregulación.
La receta la siguieron algunos países
al pie de la letra, otros siguieron de-
terminados pasos, pero mientras el
mundo vuelve a discutir los modelos
económicos, después de sendas crisis en
los dos lados del Atlántico, el tema del
Consenso, casi 25 años después, vuelve a
estar en la mesa.
¿Ha dado buenos resultados? ¿Fue la
mejor opción para la región? ¿Son apli-
cables todavía esas medidas?
Los analistas no se ponen de acuerdo.
Algunos tildan los resultados como “de-
salentadores”, según describió en 2004
Ramón Casilda Béjar, economista con-
sultor del Banco Interamericano de De-
sarrollo (BID).
“Solo hay consenso en que el Con-
senso de Washington no brindó la res-
puesta. Sus recetas no eran necesarias
ni suficientes para un crecimiento exi-
toso”, señaló hace algunos años el exe-
conomista jefe del Banco Mundial, pre-
mio Nobel de Economía en 2001 y
actual profesor de la Universidad de
Columbia, Joseph Stiglitz.
Por su parte, el director del Banco
Mundial para Centroamérica, Felipe Ja-
ramillo, explica que los resultados son
ambiguos; en primer lugar porque las
medidas que se desarrollaron en algunos
de los países no tenían relación directa
con el Consenso. Tal es el caso de Chile,
en donde las disposi-
ciones adoptadas desde
los setenta, con la ad-
ministración de Augus-
to Pinochet, coincidie-
ron casualmente con las
reformas
propuestas
desde Estados Unidos.
Los logros más inmediatos del Con-
senso, señaló Casilda Béjar, se obtu-
vieron aplicando la prudencia mone-
taria que redujo la inflación a un solo
dígito; la disciplina fiscal disminuyó el
promedio del déficit presupuestario del
5% al 2% aproximadamente; se redujo
la deuda externa pública del 50% del
PIB a menos del 20% y la apertura
comercial hizo descender el promedio
de aranceles desde un 40%a casi 10%en
un promedio de 10 años.
Con la aplicación llegó a América
Latina una ola de privatizaciones. Ban-
cos estatales, empresas eléctricas y pe-
troleras públicas; compañías de tele-
“El ConsensodeWashingtonno brindó
la respuesta. Sus recetas no eran
necesarias ni suficientes paraun
crecimiento exitoso.”
JOSEPHSTIGLITZ,
profesor de laUniversidadde Columbia
En 1989, JohnWilliamson recopiló las 10 recomendaciones económicas que instituciones enWashington
consideraban apropiadas para que América Latina superara su situación de deuda.