tadounidense, a tra-
vés de Centroamé-
rica pasa el 90% de
las 700 toneladas
métricas de cocaína
que envían los países
productores, sobre
todo Suramérica.
Las confiscaciones
siguen siendo bajas.
El Ejército está en las calles para
suplir el verdadero problema, que es la
falta de policías civiles con capacidad
adecuada de investigación, recursos y
depuración efectiva, dice Sandino, quien
enfatiza que cada institución debe de-
sempeñarse según sus atribuciones
constitucionales.
El reforzamiento policial es el ho-
rizonte al que hay que caminar, en con-
junto conherramientas de prevencióndel
delito, coinciden los entrevistados.
El zar antidrogas de Estados Unidos,
Gil Kerlikowske, sorprendió en sep-
tiembre cuando recomendó a México
abandonar la lucha contra las drogas
mediante su fuerza armada y regresarla
a manos civiles.
“La aplicación de la ley y la vigilancia
necesitan realizarse con la policía, no
con los militares. La policía necesita ser
profesional y fiable, y tener la confianza
de los ciudadanos”, expuso Kerlikowske,
en declaraciones al periódico mexicano
La Jornada.
México suma 45,000 víctimas de la
narcoviolencia desde 2006.
Pero Kerlikowske tiene claro que es
poco probable que los mexicanos des-
militaricen la lucha en el corto plazo.
•
Las fuerzas armadas fueron debi-
litadas durante el gobierno de Óscar
Berger, entre 2004 y 2008, quien re-
cortó en 33% el número de militares.
Esta factura la pagó el presidente
Álvaro Colom. De emergencia, decretó
estados de sitio temporales en los de-
partamentos de Alta Verapaz y Petén,
en el último año.
Ante la necesidad de incrementar el
combate a la inseguridad, abolió en julio
un techo presupuestal para las fuerzas
armadas, del 0.33%del Producto Interno
Bruto (PIB), pactado en los Acuerdos de
Paz de 1996. A la vez, autorizó una
campaña masiva de reclutamiento.
El Ejército guatemalteco posee más
de 17,000 miembros. La idea de Colom
es ingresar 4,000 adicionales este año, si
el presupuesto lo permite.
Sin el personal suficiente ni el equipo
adecuado, con bandas que hurtan armas
para venderlas a los narcotraficantes y
soldados élites —kaibiles— tentados por
los carteles de drogas, el Ejército Gua-
temala afronta un gran desafío.
ó
El uso de la milicia implica sus riesgos,
analiza Sandino Asturias, presidente del
Centro de Estudios para Guatemala
(CEG). El lugar que corresponde a el
Ejército es la defensa del territorio
nacional, no así la detención, captura e
investigación criminal, facultad del Mi-
nisterio Público y la Policía.
“El crimen organizado no es una
cuestión militar, sino de justicia, de
investigación”, afirma el analista.
El aporte de los militares debe li-
mitarse a la vigilancia de las fronteras, con
un enfoque en el fortalecimiento de los
patrullajes navales y aéreos, sostiene.
Una tarea que Centroamérica queda
debiendo, al menos desde la perspectiva
de Estados Unidos, que incluyó a toda la
región en una lista negra por sus magros
resultados en materia del combate al
narcotráfico. El Salvador y Belice in-
tegran por primera vez esa lista.
Según un informe del Gobierno es-
En Centroamérica parece que los
ejércitos se quedarán por tiempo in-
definido. El momento de retirarlos lle-
gará “hasta que sea necesario”, dice por
su lado Alex Segovia, secretario técnico
de la Presidencia de El Salvador.
¿Pero una permanencia prolongada
del ejército en las tareas de seguridad
afectaría la democracia?
“Creo que sería especular. El Pre-
sidente y el Gobierno está actuando en
el marco de lo que la Constitución
permite, no veo por qué puede haber un
atentado a la democracia”, responde
Segovia al cuestionamiento.
Jorge Vargas, director adjunto de la
organización civil Estado Nación, de Cos-
ta Rica, coincide en que, si los militares se
desempeñan bajo el mando civil, no se
trata de un atentado demócrata.
La carencia de Ejército no es pro-
blema para Costa Rica, dice el titular de
Estado Nación, sino el insuficiente nú-
mero de policías, la falta de una es-
trategia clara de prevención del delito y
su ubicación geopolítica en el corredor
del narcotráfico entre Suramérica y
Norteamérica.
El istmo necesita replantearse el
fenómeno. El narcotráfico es un tema
candente, se trata de un negocio que
también involucra extorsiones, trata de
blancas y contrabando.
Más que la intervención militar, re-
ducir la desigualdad, el desempleo y la
inequidad social contribuirán a la so-
lución, agrega Vargas: “Los ejércitos no
son la varita mágica para resolver el
problema. Ya tuvieron 150 años para
arreglar América Latina”.
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