reada en 1853 bajo el
nombre inicial de Fábrica
Nacional de Aguardien-
tes, la hoy Fábrica Na-
cional de Licores (FA-
NAL) surgió como una empresa pú-
blica por medio de la cual se aseguraba
el monopolio del Estado en la des-
tilación del alcohol etílico y la pro-
ducción de bebidas alcohólicas.
Según la información corporativa, la
idea de la concentración en manos
estatales buscaba, además de “fomen-
tar la industria cañera, defender a la
población del consumo de licores per-
niciosos, que se comercializaban al
margen de la ley, afectaban los ingresos
estatales y constituían un riesgo para la
salud pública”.
Aunque originalmente –y durante
casi todo el siglo XX– la planta estuvo
ubicada en San José, en 1950 se tomó la
decisión de reubicarla en las afueras de
la capital.
El proceso de construcción de la
nueva planta, ubicada en la localidad de
Grecia, terminaría en 1981, y la mu-
danza completa de la operación llegaría
a su fin 15 años después.
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Hoy, transcurrido más de un siglo y medio, la FANAL no
solo es fuente de empleo para alrededor de 220 trabajadores
directos, sino que ayuda indirectamente a generar miles de
plazas en campos que de una u otra forma están ligados a la
manufactura y comercialización de licores, como la industria
de envases, de etiquetas y de tapas, así como los bares, los
restaurantes, los supermercados y las licorerías.
Y sus ventas, en 2011, se están revelando buenas. Con
respecto a 2010, la estatal registra en la actualidad un aumento
de sus ventas de un 100%, lo que corresponde a la venta de
255,000 cajas más de licor y alcohol que el año pasado.
La firma aporta todos sus ingresos netos al Consejo
Nacional de Producción (CNP), que a su vez los traslada a
importantes instituciones del Estado relacionadas con el
sector agropecuario. Asimismo, de sus utilidades, mensual-
mente, transfiere alrededor de $800,000 para programas de
reinserción a la sociedad de ciudadanos con problemas de
adicción.
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Sin embargo, las cifras no siempre han parecido tan pro-
metedoras. De hecho, 2010 cerró con un faltante de $1.1
millones.
Para el nuevo administrador, Eulogio Domínguez, quien
asumió el cargo en enero pasado, “la razón de la baja registrada
esos últimos años fue una mala estrategia de distribución”.
Durante decenios, la Fábrica Nacional de Licores se
acostumbró a que sus clientes llegaran a comprar los
productos a sus instalaciones, lo que provocó que en los
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