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Las partes de este acuerdo, de
conformidad con lo dispuesto
en el artículo XXIV del GATT
de 1994 y el artículo V del
AcuerdoGeneral sobre Comer-
cio de Servicios de la OMC, establecen
una zona de libre comercio”. Con esa disposición empieza el
texto del tratado con Estados Unidos, el más importante que
haya firmado Colombia, el que más expectativas y debates ha
generado internamente, el que le representará toda una cadena
de desafíos para su economía y el que mayores esfuerzos le
demandó para que se convirtiera en realidad.
El TLC fue aprobado por el Congreso colombiano desde
junio de 2007, pero en Estados Unidos el proceso se congeló
porque un sector del Partido Demócrata anunció su opo-
sición, acudiendo en parte al conocido argumento de la
pérdida de trabajos en su país, pero haciendo más énfasis en
la persecución que, a su juicio, sufría el sindicalismo co-
lombiano. A su favor jugó el intenso cabildeo de las de-
legaciones de las centrales sindicales, del partido izquierdista
Polo Democrático y de algunas organizaciones no guber-
namentales, cuyas delegaciones viajaban continuamente a
Washington para pedirles a los congresistas que negaran su
aprobación al acuerdo comercial.
Era tan dividida en esos días la consideración sobre el TLC
entre los congresistas que la administración Bush no se arriesgó
a someterlo a la votación legislativa. Para contrarrestar las
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