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a antorcha se encendió en Grecia.
Luego pasó por Portugal, Irlanda,
España, está remeciendo a Italia... y
está a punto de inflamar a Francia y
Alemania, las columnas más robus-
tas de la Unión Europea (UE).
El Viejo Continente está en llamas por la
crisis fiscal, sumido en un estrés económico y
político del cual no se vislumbra el final.
La casi inminente bancarrota de la deuda
griega tendrá consecuencias que impactarán en
las grandes economías. Aunque al menos hasta el
cierre de esta nota, el bloque franco-germano
aún cerraba filas alrededor de los griegos, en
defensa del rescate y la conservación del euro.
La chispa de la crisis helena todavía avanza, si
detona, golpearía a sus acreedores, que en su
mayoría son bancos franceses y alemanes. Sería
un golpe bajo y se trata de unos $116,620
millones de títulos en cuestión.
Además, después de la primera bancarrota, el
resto de la eurozona podría sufrir la desconfianza
por parte de los inversionistas, generando un
impacto continental.
Si a regañadientes la UE reúne esfuerzos para
echarle la mano a Grecia, las exigencias en una
crisis más profunda en España e Italia -en
conjunto 10 veces más grandes que la economía
griega- hacen prever que devastarían al euro.
En este marco, Grecia goza del respaldo de la
canciller de Alemania, Angela Merkel, y el pre-
sidente de Francia, Nicolas Sarkozy; eso sí,
condicionado a la disciplina en el cumplimiento
de las metas pactadas.
Pero a pesar de su discurso favorable, Merkel
y su gabinete preparaban el plan de contingencia
para mitigar los efectos de una eventual cesación
de pagos, según trascendió en Bloomberg.
Según estimaciones a junio del Banco In-
ternacional de Pagos (BIP), Alemania es el
segundo acreedor de la deuda griega con
$39,639.6 millones, de los cuales el 85% está en
manos del Estado; y el restante, en los bancos.
Las principales instituciones involucradas
son el Commerzbank, Deutsche Bank y Allianz,
indica por su lado la Asociación de Bancos
Privados Alemanes (BdB).
Pero la tenencia de bonos por parte de Francia es mayor y
suma unos $56,337.4 millones, de los cuales el 73.7% se divide
entre bancos públicos y privados.
La calificadora Moody’s degradó a Crédit Agricole, de Aa1 a
Aa2; y Société Générale, de Aa2 a Aa3, y observa a BNP Paribas.
Los tres son los mayores acreedores helenos.
Jean Leonetti, ministro francés de Asuntos Europeos, de-
claró a una cadena de televisión que el sistema se encuentra
sano. Si ocurriera lo peor, Francia posee suficientes reservas
para afrontar un posible cese de pagos.
Leonetti rechazó una toma de medidas precipitadas por la
desconfianza que desencadenaría: “La zona euro (los 17 países
donde circula esa moneda) se encontraría en un juego de
dominó por el que mañana los especuladores atacarían a
España, luego a Italia y, por qué no, a Portugal”.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) urgió a los bancos
europeos recapitalizarse con unos $275,000 millones para
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