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as aseguradoras de Cen-
troamérica están echándo-
le ojo a un riesgo que se
dispara exponencialmente:
la inseguridad.
El crimen organizado, el narcotráfico
y la violencia embisten a empresas y
particulares, sobre todo en la zona del
Triángulo Norte de Centroamérica y
México.
Las aseguradoras se acercan con
preocupación al fenómeno. El robo de
mercadería en tránsito y de vehículos,
además de seguros de vida son los
ramos más golpeados.
Eduardo Recinos, director senior de
seguros para el norte de Latinoamérica
de Fitch Ratings, dice que el problema
se manifiesta sobre todo en Guatemala,
El Salvador y Honduras. Se refleja di-
rectamente en la siniestralidad, es decir,
el porcentaje entre la prima pagada y los
siniestros pagados por la aseguradora.
“Los índices de siniestralidad de
Guatemala, El Salvador, Honduras e
inclusive México son más altos que los
de la parte sur de Centroamérica, en
donde los índices de criminalidad y
delincuencia son más bajos”, explica.
La inseguridad estimula una mayor
contratación de seguros tradicionales, como automóviles y vida,
un efecto que se anula por la poca diferencia entre las primas
recibidas y el pago por percances, en comparación con otros
países de la región.
En Guatemala, por ejemplo, la siniestralidad técnica para los
vehículos supera el 80%, dice Raúl Aguilar, presidente de la
Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros (AGIS) y
gerente general de Seguros Agromercantil.
Por ejemplo, en 2010, las aseguradoras recibieron $112.3
millones en primas netas por automóviles, de los cuales se
pagaron unos $73millones en concepto de desastres, tales como
colisiones, robos, hurtos y daños diversos, es decir, una si-
niestralidad de 65%.
Si se resta otro tipo de cargos, como gastos de adquisición y
el costo operativo, que elevan la siniestralidad técnica a 82%. En
general, los costos de siniestralidad en Latinoamérica están por
debajo del 70%.
En Honduras, el mayor afectado es el ramo de vida,
influenciado por la mayor tasa de homicidios por 100,000
habitantes en la región, dice Tethey Martínez, gerente general
de la Cámara Hondureña de Aseguradores (CAHDA).
“En vida la siniestralidad se ha incrementado un 34%,
estamos hablando de que, a agosto de este año, llevamos pagado
$7.5 millones más”, apunta la representante gremial.
Enmonto, la siniestralidad en el seguro de vida hondureño
alcanza los $28.5millones. El producto es de alta penetración,
ya que incluye la cobertura de deudas para las personas
fallecidas.
En porcentaje, la siniestralidad representa un porcentaje de
48%. Antes de la escalada de violencia, el indicador para el ramo
se ubicaba entre 38% y 41%. Como referencia, en agosto del año
pasado la cifra fue de 41.7%.
“Ese 6% adicional de siniestralidad se está viendo afectado
por los homicidios”, plantea Martínez.
Si un enemigo común afrontan las aseguradoras del Triángulo
Norte, es el robo de mercadería en tránsito para el contrabando.
Productos agrícolas, electrodomésticos, celulares y hasta com-
bustible figuran entre las codicias de los bandidos.
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