Page 118 - EE-Noviembre

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dureño al sabor de la cerveza local.
La suerte les cambiaría, sin embargo, 17
años después, en 1915, con el nacimiento, en
la ciudad de La Ceiba, de la marca SalvaVida
y, en 1930, en Tegucigalpa, de la cerveza
Imperial; dos marcas aún vigentes, a las que
muchos años más tarde se integrarían Barena
y Port Royal.
De la mano con su desarrollo cervecero, la
compañía entraría también en el mercado de las
bebidas carbonatadas, cuando en 1928 co-
menzaría a comercializar la gaseosa Coca-Cola y
luego la marca Tropical. Productos, estos últimos,
que, segúnKarla Ávila, gerente de relaciones corporativas
de la cervecera, se siguen manteniendo en el gusto de sus
consumidores.
Han transcurrido 96 años desde los primeros pasos, y la
hoy denominada Cervecería Hondureña es sinónimo de
tradición, prestigio, calidad, innovación y liderazgo.
La empresa opera, en la actualidad, una megaplanta en
San Pedro Sula, donde se concentra la producción, bajo el
programa Manufactura de Clase Mundial, que garantiza
procesos de calidad avalados todos por certificaciones
internacionales.
Su crecimiento ha tomado tales dimensiones que a su
producción de más de un millón de hectolitros de cerveza
se le suman más de cinco millones de hectolitros de
refrescos.
Para poder llevar sus productos a todo el país, cuenta,
a industria cervecera en Hon-
duras se remonta a finales del
siglo XIX, cuando el país era
escasamente poblado y su eco-
nomía se sustentaba en ac-
tividades agropecuarias y mineras.
En ese ambiente, en 1898, fue cuando
Oertge y Federico Werling fundaron en
Tegucigalpa la Cervecería Alemana; un
hecho agridulce, pues no lograron, en un
primer momento, acostumbrar al hon-
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