86 • El Economista www.eleconomista.net Agosto - Septiembre 2025 HOBBY + EN EL DIVÁN NARRATIVA Irma Cantizzano HISTORIA Homenaje al gran amor de una vida La periodista y escritora italiana Oriana Fallaci conoció al revolucionario griego Alexandro Panagoulis “Alekos” un día después de su liberación, después que pasara cinco años encarcelado. Ese encuentro fue fulminante y decisivo porque de ahí nació una dolorosa y trágica historia de amor que generó en la obra magistral “Un hombre” (Alianza Editorial, 2024). La novela fue publicada originalmente en 1979, tres años después del fallecimiento del hombre que marcó la vida de la periodista. Esta arranca con el funeral multitudinario al que acudieron miles después de un “accidente” que no lo fue. Y empieza a narrar la “eterna tragedia del individuo que no se adapta, que no se resigna, que piensa por su cuenta, y que por eso lo matan entre todos”. Panagoulis era un líder revolucionario que buscaba la caída de la dictadura militar manejada por Georgios Papadopoulos, pero en una misión fallida para matar al militar fue capturado y torturado para que hablara y dijera quiénes habían sido los cómplices. Pero nunca lograron hacerlo hablar a pesar de las múltiples torturas que sufrió, previo al juicio que lo llevó a ser condenado a muerte; a esa muerte anhelada que tanto soñó y a la que quería llegar pero no quedar como uno más. La ejecución no llegó cuando la esperaba, sino que fue llevado a una de las cárceles más temidas donde estuvo recluido y completamente aislado por más de cinco años. Fallaci se adentra a esos días, a esos recuerdos que él le compartió en los años que estuvieron juntos, y se basa en la memoria para narrar anécdotas, las huelgas de hambre, las humillaciones, el primer escape y los siguientes intentos, el sarcasmo y la fingida locura que utilizaba para no volverse de verdad loco cuando lo encerraron en esa urna funeraria construida especialmente para él. Los días que pasaba recordando y memorizando los poemas que “escribía” en su mente y que cuando lograba tener en qué transcribir lo hacía, a veces hasta con su propia sangre. Como la leyó a ella y aprendió italiano solo para poder hablarle cuando la conociera, Alekos era un personaje que no dejaba indiferente a nadie y era un luchador consumado, un soñador. “Sucedió que nunca te resignaste, nunca abdicaste de tu papel de héroe que no cede. Diecisiete veces fuiste sorprendido limando los barrotes…cincuenta y dos veces fuiste castigado con el secuestro de la pluma; …veintinueve veces con el secuestro de los cigarrillos. Dieciocho veces te pegaron hasta hacerte desvanecer…”. Ella cuenta todo y el lector está ahí en esa tumba, ese Partenón, esa celda de dos por tres metros en medio del patio a pleno sol. Y siente la angustia y el dolor, y el hambre y sobre todo la soledad en la que estaba recluido hasta que llegó un día del indulto, cinco años y tres meses después. Cuando salió no podía caminar, no podía ver el sol, no podía mantenerse de pie y necesitaba volver a estar encerrado. Pero logró llegar a casa y un día después fue el fogonazo de su encuentro, cuando él dijo: "Te esperaba. Ven”. Fallaci lo cuenta con lujo de detalles y hace de él una de las descripciones más hermosas que se han leído. Cuenta ese amor que los dejo aturdidos, cuenta cómo ella encontró en él a todos esos revolucionarios que había entrevistado en Brasil, en Saigón, en México, en Bolivia, en Perú y cómo se dejó llevar a esa “partida de dos, el encuentro entre un hombre y una mujer impulsados a amarse con el amor más peligroso que existe: el amor que mezcla los ideales escogidos y los deberes morales con la atracción y los sentimientos”. No se soltaron, ella dejó por largos periodos a un lado su carrera, que la llevaba a cubrir guerras y entrevistar líderes, para acompañarlo en su misión, en su salida del país, en sus pininos en la política, en su desencanto con la vida, con el poder…y en su premonición que pronto llegaría su fin. Fallaci cuenta día a día, hasta el día cero, hasta el día que el corazón de él estalló y ella, su compañera, “la única compañera posible”, murió en parte con él. • EL ECONOMISTA/CORTESÍA LA AUTORA •Oriana Fallaci, fue una de las periodistas italianas más conocidas en el mundo. Fue la primera corresponsal de guerra italiana, estuvo en Oriente Medio, Asia y América Latina. En México fue testigo de la masacre de Tlatelolco, donde cayó herida de bala y fue dada por muerta. Entrevistó a los principales líderes mundiales y escribió 12 libros traducidos a más de 40 idiomas.•
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