Como digo, ‘mi país es tan chiquito que es portátil’ y a mi Nicaragua no me la va a quitar nadie de adentro; él (Ortega) no tiene la capacidad de hacer eso, ni de quitarme la nacionalidad. Cuando ellos hayan desaparecido yo voy a estar en mis libros como: ‘Gioconda Belli, poeta nicaragüense’. Usted no solo habla de Nicaragua, escribe de Nicaragua. El libro que escribí “El silencio lleno de murmullos” también es una historia de lo que hemos perdido, de cómo se ha desvirtuado el sueño revolucionario y cómo sobrevivir esas desilusiones, porque yo creo que muchos que hemos vivido revoluciones, ustedes mismos en El Salvador, aquí en Guatemala; tenemos que entender que los procesos históricos son muy largos y que no se van a quedar en los fracasos si nosotros no aceptamos esos fracasos y seguimos trabajando. ¿Qué sigue después de Ortega? Pienso que ese tipo de tiranía es tan cruel, tan mentirosa, tan manipuladora, que no va a sobrevivir mucho tiempo. Además, Ortega y la Murillo ya están en los 70 años, se han quedado muy solos, cada día están aislando más a Nicaragua. Su poder ahorita reside exclusivamente en el poder militar, han demostrado que son capaces de matar si necesitan conservar su poder. Entonces tienen a la gente aterrorizada, nos han hecho muchas cosas constantemente, a la gente no la dejan entrar al país, ahora están diciendo que el que tiene la nacionalidad nica no puede tener otra nacionalidad... Este no es mi primer exilio, sobreviví al primero que fue mucho más difícil porque tenía niñas chiquitas, pero también este es difícil porque estoy más vieja... Me pongo a pensar: ¿será que volveré a Nicaragua, cuánto irá a tardar esto? Cuando estoy deprimida y me pongo triste, siento a mi padre cerca; además, uno tiene recursos afectivos tan grandes, las amistades, los hijos, el marido que tengo... Pero lo más importante es cómo se construye uno mismo y eso toma tiempo. Que se te quite la inseguridad, que sepas quién sos, que sepas qué querés; todo ese proceso lo he ido viviendo y por eso ahorita en este momento me siento que soy quien soy donde quiera que esté. ¿Desde hace cuánto tiene esa certeza? Viví el primer exilio en Costa Rica, después viví muchos años en Estados Unidos, volví otra vez a Nicaragua, ahora estoy en España. Tal vez la tengo desde mis 50. Llega un momento en que procesas todo lo que has vivido, y tenés que saber quién sos, que querés y eso pues toma un tiempo; porque uno en primer lugar, tiene que romper con la idea de lo que los otros piensan que tenés que ser. Hasta qué decís: “Esta soy, y estoy dispuesta a pagar el precio por lo que soy”. Entonces por ejemplo, yo no me iba a callar en Nicaragua de decir lo que tenía que decir, ni me voy a callar afuera de decir lo que quiero, aunque tenga un precio. ¿A los cuántos años empezó en la luch a? A los 20 años. Me metí al frente sandinista en los años 70 y fueron pasando cosas y fui involucrándome más y más y más, hasta el triunfo de la revolución. Y después los 10 años de la revolución, hasta que perdimos las elecciones y empezó todo ese problema con Daniel Ortega que se empezó a adjudicarse la autoridad que antes no la había, y adjudicarse el derecho a decidir qué es lo que pasaba dentro del sandinismo, cuando nosotros queríamos una mayor democracia, queríamos cambiar el partido por un partido más constructivo, más democrático. Él se fue apropiando del partido, nos fue acusando de diferentes cosas hasta que realmente se quedó con ese muñeco que no es el Frente Sandinista. Usurparon el partido, usurparon la lucha entera, porque ellos (Ortega y Murillo) se ponen como que fueron los grandes revolucionarios y que esta es la continuidad de la revolución y es absolutamente mentira. ¿Usted estaba ahí para 2018, lo que cuenta en el libro lo vivió? Fue espantoso, fue increíble... cuando la gente lo desafió, ahí aguantaron como 2 o 3 semanas y de repente armaron una fuerza paramilitar que se alía con la Policía con licencia para matar y la gente no estaba armada. Realmente estaban armadas con huleras, con piedras, entonces fue una matanza, más de 300 personas, sobre todo jovencitos y los mataban con francotiradores. Un chavalito de 15 años que le pegaron un tiro, lo llevaron al hospital y no lo recibieron. Porque la otra cosa que hizo fue muy cruel, es que los hospitales les prohibieron recibir muchachos heridos durante las protestas, les negaron la asistencia médica. Hubo médicos que los atendieron, pero a 400 médicos echaron, los corrieron de los trabajos. Y ahorita tienen más de 294 personas que no han dejado entrar a Nicaragua, por cualquier cosa, porque pusiste una cosa en Facebook, por un like. Es un reino de terror. • 76 • El Economista www.eleconomista.net Junio - Julio 2025 ENTREVISTA GIOCONDA BELLI Cuando tuve la conciencia del poder que yo tenía como mujer me convertí en sujeto de mi sexualidad; eso es algo que no me perdonan, porque en mi poesía, en mi literatura, la mujer ha sido suj eto”.
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