El Economista www.eleconomista.net Junio - Julio 2025 • 75 nés que vivir para el otro. Ese es un problema que tenemos las mujeres desde tiempos inmemoriales, ese mandato de que tu vida tiene que ser para los demás. El hombre no tiene eso. Y esta vida para los demás a veces choca con la hija que quiere tener a la madre todo el tiempo, pero que la madre tiene su propia vida. Y a veces no conocemos a las madres, es decir, conocemos a las madres pero no a la mujer que hay detrás de las madres, y podemos ser bien implacables con ellas. Porque queremos que sea más madre y menos mujer, hay una contradicción innata. Usted hablaba en el libro que también había una diferencia de cómo la madre y la hija veían el feminismo, ¿ha ido cambiado la visión, a qué se debe? A que la mujer no quiere convertirse en objeto sexual, y que toda la industria del consumo, de los cosméticos, de la ropa, imponen a la mujer un cierto parámetro estético, entonces la mujer al liberarse dice: ‘no yo no voy a hacer nada de eso, yo no voy a usar cosméticos, no me voy a vestir sexy, quiero que me aprecien por mis méritos únicamente’. Pero yo pienso que eso también demerita la feminidad que es uno de los grandes poderes de la mujer. Yo creo que el atractivo físico, la sexualidad, todo eso nos la han negado, y hasta nosotras mismas la hemos considerado una desventaja en vez de considerarla una ventaja; pero la tenés que saber usar, que no seas objeto, hay que saber ‘cómo no ser objeto sexual, pero ser sujeto sexual’. Tu sexualidad es para vos, y la usas como querrás. Implica un gran trabajo... Es por la negación que hemos tenido de nuestro propio cuerpo, porque el cuerpo de la mujer es considerado tan peligroso desde Eva, hasta cuando ves a las mujeres en el Medio Oriente, en la religión musulmana que las obliga a cubrirse para que no tienten al hombre, entonces hay toda esa idea de la mujer como la seductora y esa idea nos niega a la mujeres nuestra capacidad de ser quienes somos, de disfrutar nuestro propio cuerpo, de reivindicar el placer, reivindicar la sexualidad, la seducción que es parte nuestra también. Es complicado, pero yo, cuando tuve la conciencia del poder que yo tenía como mujer, me convertí en sujeto de mi sexualidad, eso es algo que no me perdonan, porque en mi poesía, en mi literatura, la mujer ha sido sujeto. Ella ha sido la que desea, la que quiere, la que hace lo que su cuerpo le pide. Un nivel más elevado del concepto de sí misma, no solamente es un asunto del cuerpo es un asunto de una disposición ante la vida. Ya son casi tres años que está en España, ¿cómo ha sido este proceso de adaptación? Yo soy quien soy donde quiera que esté, porque me ha costado mucho construirme un centro, un sentido de mí misma y claro que tengo nostalgia por Nicaragua, pero yo me vi en esa situación y pienso que el mayor triunfo que yo le puedo dar a estos tiranos es que me derroten, y no me voy a sentir derrotada ni les voy a dar el gusto de que me vean derrotada. Para mí ha sido una oportunidad interesante, la vida te pone esta zancadilla y depende de vos misma como las vivís y qué sacas de eso. Para mí ha sido importante poder ser voz de Nicaragua en el exterior. Sigo trabajando mucho para explicar lo que está pasando, por hablar, por usar todos los foros a los que yo tengo acceso. Pero por otro lado, también estoy en otro lugar, estoy en un lugar donde hablo mi idioma, tengo muchos amigos en España. Ha sido una acogida muy amorosa la que me han dado, que agradezco profundamente y que me ha dado otras oportunidades. EL ECONOMISTA/CORTESÍA Como digo, ‘mi país es tan chiquito que es portátil’, y a mi Nicaragua no me la va a quitar nadie de adentro; él no tiene la capacidad de hacer eso, ni de quitarme la nacionalidad”.
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