Frente a otras entidades que estaban en posición de esperar al vencimiento de los bonos, el SVB tuvo que vender la una importante cantidad de ellos con pérdidas para poder obtener liquidez con la que atender las retiradas de dinero de sus clientes, en su mayoría tecnológicas que habían visto caer sus ingresos o empresas emergentes a las que se había cortado la financiación y que ahora tenían que tirar del efectivo que habían acumulado. Eso, en vez de ayudar a equilibrar sus cuentas, asustó a los mercados y a los clientes, que corrieron a retirar su dinero, en especial después de que varias grandes firmas de capital de riesgo, incluida la que dirige el influyente magnate Peter Thiel, recomendaran a sus compañías sacar sus fondos del banco. Con una base de clientes poco diversificada y muy interconectada, la entidad sufrió una huida bancaria vertiginosa que forzó a los reguladores a intervenir y cerrar el banco para limitar los daños. El pánico se extendió a otras firmas y para y en dos días, se había llevado también por delante al Signature Bank, con sede en Nueva York y que en los últimos años había hecho una importante apuesta por el sector de las criptomonedas. La respuesta de las autoridades Tras hacerse con el control del SVB y buscar sin éxito su venta a otro banco, los reguladores estadounidenses optaron por garantizar todos los depósitos de ambas entidades, más allá del límite estándar de $250,000 por cliente, con el fin de contener el pánico y permitir a las empresas afectadas seguir operando. La Casa Blanca ha insistido hasta ahora en que el dinero que se usará para garantizar los depósitos provendrá de un fondo de garantías al que contribuyen los bancos de EUA y no estará financiado con el dinero de los contribuyentes. Sin embargo, numerosos analistas y algunos políticos insisten en que, aunque distinto al de 2008, esto vuelve a ser un rescate de bancos que habían tomado decisiones equivocadas. La caída del SVB ha traído a la memoria de muchos nombres como los de Bear Stearns y Lehman Brothers, cuyo colapso dio pie a la crisis financiera de 2008 y a la Gran Recesión que marcó la economía mundial durante los años siguientes. "Esto no es 2008", repitió insistentemente la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, tratando de tranquilizar a ciudadanos y mercados. Aunque buena parte de los analistas coinciden en que hay pocas posibilidades de que la actual situación derive en una nueva crisis financiera a gran escala, el caso del SVB ha añadido más nerviosismo a una coyuntura ya compleja, marcada por la persistente inflación y el temor a una posible recesión como consecuencias de las subidas de los tipos de interés. En la mira Tanto el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, como el máximo ejecutivo de BlackRock, Larry Fink, advirtieron que el colapso se debe a la rápida subida de tipos de la Fed. Stiglitz dijo que “lo que ha ocurrido es el resultado de lo que ha hecho el presidente de la Reserva Federal”. Explicó que el banco californiano había crecido mucho gracias al tirón del negocio digital y su error fue colocar los abundantes depósitos que obtenía de sus clientes en títulos de deuda de Estados Unidos pensando que la economía se mantendría estable y que ese era un producto seguro y rentable. Sin embargo, como consecuencia de los cambios que la entidad no había previsto en la política monetaria y, en consecuencia, en la rentabilidad de esos títulos de duda pública, se ha visto confrontado a un problema de desequilibrio cuando muchos clientes han querido retirar sus ahorros. “Es un fracaso clásico de la gestión de la cartera” de inversiones que en realidad no tiene nada que ver directamente con el negocio digital, añadió. También acusó al sistema de supervisión bancaria estadounidense por no haber advertido de los problemas a los que se podía enfrentar, que en este caso no era un problema de préstamos, sino de falta de correspondencia entre el activo y el pasivo de la entidad. Fink, por su parte, advirtió que la rápida subida de los tipos de interés “ha revelado grietas en el sistema financiero” y consideró posible que más bancos se vean abocados al cierre. “Todavía no sabemos si las consecuencias del dinero fácil y los cambios regulatorios se propagarán por todo el sector bancario regional de EUA con más intervenciones y cierres por delante”, señaló. El fundador de BlackRock no descartó la posibilidad de que se vean problemas de liquidez, dado que todos estos años de bajos tipos de interés llevaron a algunos gestores a aumentar sus compromisos con inversiones líquidas, intercambiando menor liquidez por mayores rendimientos. Además, consideró inevitable que algunos bancos se vean obligados ahora a reducir el crédito para estabilizar sus cuentas. “Aunque el sistema financiero es claramente más sólido que en 2008, las herramientas monetarias y fiscales a disposición de los legisladores y reguladores para gestionar la actual crisis son limitadas, especialmente con un Gobierno de Estados Unidos dividido”, advirtió. • El Economista www.eleconomista.net Marzo - Abril 2023 • 41 9 0% o más de los clientes de SVB son starups tecnológicas con depósitos que superan los $250,000. 175,000 millones de dólares en depósitos tenía el SVB al momento de su colapso; en un día los clientes retiraron $42,000 millone s . 88,950 millones de dólares tenía Signature Bank, el otro banco que cerraron las autoridades de EUA.
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgyMTE=