El Economista - Enero 2021
Entre ellos, destacan las mujeres que tuvieron que retirarse del mercado laboral para realizar tareas de cuidado; los trabajadores informales, afectados por la prohibición de cir- culación; los sectores relacionados con el comercio, ma- nufactura, construcción y servicios, y los trabajadores jóvenes que recién se insertan al mercado laboral. Durogolpe En el caso particular de los sectores productivos de Cen- troamérica, si bien estos ya cuentan con una amplia experiencia de años de afrontar crisis por razones económicas, sociales, políticas y climáticas, nada les había preparado para que en menos de un año se perdiera lo alcanzado. “Lo que estamos esperando para la región SICA (Sistema de la Integración Centroamericana) en el 2020, lo digo con mucho pesar, es una caída fortísima entorno al -6 %”, señaló Ramón Padilla, jefe de la Unidad de Desarrollo Económico de la sede subregional de CEPAL en un evento virtual del Tercer En- cuentro Regional SICA Emprende. Los países del istmo más afectados en 2020 fueron Panamá (-11 % de caída de su PIB), El Salvador (-8.6 %), Honduras (-8 %), Costa Rica (-4.8 %), Nicaragua (-4 %) y Guatemala (-2.5 %), según proyecciones de CEPAL. Padilla agregó que, si la región lograra un crecimiento del 3 % de promedio tras la caída, sería hasta el año 2023 que se alcanzarían los niveles macroeconómicos que se tenían en 2019 y añadió que el retroceso implica un crecimiento de la tasa de desempleo de unos cinco puntos porcentuales en la región. A esto se sumaría un incremento en cuatro puntos por- centuales de la pobreza, en la que la región había obtenido “logros importantes” en años anteriores. “Nunca había visto una desgracia tan grande para toda la economía y especialmente las micro y pequeñas empresas. Hay centros comerciales con montones de locales vacíos”, dice con pesar Guillermo Guido, presidente de la gremial salvadoreña Unión MIPYME. Se espera que el mismo rumbo tomaría el déficit fiscal de los países centroamericanos a consecuencia de una menor re- caudación de impuestos y el incremento del gasto corriente y andará en torno a los cuatro puntos porcentuales en promedio. Es decir, que si habían países con un déficit del 3 %, se les elevará en torno al 7 %. Ante este duro panorama, no existe sector productivo que no se muestre temeroso de si podrá salir adelante, ya que existen muchos factores a tomar en cuenta. “Para (recuperar los niveles anteriores de empleos formales) se necesita tener certidumbre jurídica, que se respete la institucionalidad del país y que sea facilitado el comercio”, dice Eduardo Cader, presidente de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI). Por su parte, Julio Giraut, socio de la firma consultora McKinsey, opina que el covid-19 ha sido “lamayor disrupción de la vida de esta generación”, pero también puede significar “una gran oportunidad”. Por ello, los países deben de implementar una estrategia para “reimaginar” la economía teniendo en cuenta los movimientos en las cadenas de valor globales y poner en el centro de las “Se necesita tener certidumbre jurídica, que se respete la institucionalidaddel país yque sea facilitado el comercio”. EDUARDOCADER, presidente de laASI 34 • El Economista www.eleconomista.net Enero - Febrero 2021 PORTADA DÉCADA PERDIDA
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