El Economista noviembre 2020

El Economista www.eleconomista.net Noviembre - Diciembre 2020 • 51 la generación. La geotermia, que es una de las principales fuentes enEl Salvador, llegó hasta la década de 1970. La energía fotovoltaica y eólica sur- gió en Centroamérica hasta la década de los 80 y en los últimos años ha cobrado más fuerza, pues la tecnología se ha vuelto más accesible. Para Alfonso Blanco, secretario eje- cutivo de la Organización Latinoame- ricana de Energía (OLADE), la región destaca por ser una de las que tiene menores participaciones de carbón co- mo recurso energético, y por el fuerte componente de renovables. “Está basado en la fuerte partici- pación de la hidroelectricidad, que data de varias décadas atrás en la gran ma- yoría de nuestros países y también la fuerte participación que tienen los re- cursos de biomasa”, dijo. Una diferencia entre el istmo y el resto de Latinoamérica es “una alta participación de la geotermia, esto ha sido un avance importante que ha te- nido Centroamérica en las últimas dé- cadas y es algo que debemos destacar”, señala Vargas. El experto explica que la geotermia puede ser una de las grandes apuestas para los países, puesto que aunque es renovable, es una fuente de energía estable, es decir que no va a variar de acuerdo a condiciones del clima, como es el caso de las plantas solares y eólicas e incluso de las centrales hidroeléc- tricas, que se ven afectadas cuando no llueve a los niveles esperados. En ese sentido, la geotermia puede reemplazar a las plantas térmicas ya que es una fuente que siempre estará disponible. Hasta 2019 la oferta de energía geotérmica, medida con la potencia instalada, era de 706.5 megavatios (MW) en toda la región, con Costa Rica, El Salvador y Nicaragua a la vanguardia, seguidos de lejos por Hon- duras y Guatemala. Vargas explicó que “es unmito” decir que no todos los países tienen potencial para aprovechar este recurso, pues pueden desarrollarse proyec- tos a gran escala como las plantas que operan empresas estatales co- mo LaGeo (El Salva- dor) y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), pe- ro también a pequeña escala. Con estos incluso se puede utilizar el vapor de forma directa, por ejemplo para des- hidratar frutas, secar semillas o café e incluso para convertir calor a frío y así refrigerar productos lácteos. De esta manera se puede inyectar competitividad a los sectores de pro- ducción de alimentos en la región y las inversiones son viables para que se den en el sector privado, incluso hasta para agricultores porque las perforaciones son mucho menos profundas, pues se requiere menos calor. Sin embargo, para las plantas de generación la realidad es diferente. Var- gas señaló que las inversiones tienden a ser públicas porque los altos costos de la exploración y perforación hace que los proyectos sean rentables, pero solo has- ta largo plazo. “El Estado invierte no con ánimos de lucro, por lo tanto si la recuperación es dentro de diez, veinte o treinta años, no importa. Ningún inversor privado va a 5,175.2 GWh fue lageneracióndeener- gíaeólica, conHonduras y Nicaraguaa la cabeza. “Lautilizaciónde energías renovables para la generaciónde electricidad es una de las principales herramientas para el combate del CambioClimático”. VÍCTORMÉNDEZ, gerente de planificación comercial deDELSUR

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