El Economista
22 • El Economista www.eleconomista.net Julio - Agosto 2020 bajo a una mujer lo ilustra muy bien una caricatura, donde está el hombre y ella en una carrera, pero él corre libre y ella tiene que cargar con los cuadernos, los trastos y las maletas de las niños”, ejemplifica Claudia Cruz, directora eje- cutiva de Voces Vitales de El Salvador. “Mientras el trabajo de la casa no esté distribuido más equilibrado, va a ser muy difícil que las mujeres quieran seguir escalando, con todos estos retos”, agrega. Las responsabilidades no compar- tidas en los hogares ponenmás barreras al crecimiento, señala Margarita de Sanfeliú, Directora del Centro de In- vestigación y Estadísticas de la Fun- dación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), que agrega que en El Salvador implica el 79 % de las horas de trabajo doméstico no remunerado y este porcentaje sube cuando se habla de tareas de cuidado. “Las mujeres que trabajan fuera llevan esa doble carga, todo eso las va limitando, es parte de lo que llamamos las 'cañerías rotas', que caminan pero se van quedando en el camino, entre más va subiendo se van cayendo”, detalla. Pero la doble carga es solo una de las aristas, el problema de la brecha de género es estructural. En El Salvador las micro empresas (sobre todo de subsistencia) son ma- nejadas principalmente por mujeres, un 64 %, y cuando ya se habla las pequeñas empresas, el porcentaje ma- nejado por mujeres pasa al 26 %. Si se sigue escalando el número sería aun más bajo, dice Cruz que agrega que “las mujeres se mantienen en la base”. Un estudio elaborado por Fusades detalla que las mujeres en El Salvador y Nicaragua son dos veces más propensas que los hombres a emplearse en el comercio y los servicios relacionados con la educación y la salud, y también en las industrias de baja tecnología. Eso incide directamente en los salarios per- cibidos porque “participamos en sec- tores menos rentables y en servicios de baja complejidad”, detalla Sanfeliú. Para ella parte del problema viene desde las carreras que las mujeres eli- gen, los hombres seleccionan más ca- rreras STEM (ciencia, tecnología, in- geniería y matemáticas por sus siglas en inglés) que los insertan más en la producción per se y el “core” del ne- gocio, porque desde pequeños se pro- mueve en ellos las habilidades es- paciales. “Quizá el mayor obstáculo para que se cierre la brecha de género eco- nómica sea la escasa representación de la mujer en los trabajos emergentes. Un nuevo análisis realizado en co- laboración con LinkedIn revela que la mujer está, por término medio, muy poco representada en la mayoría de las PORTADA MUJERES LÍDERES
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