Revista El Economista - Mayo 2020
E l sector financiero en Centroamé- rica (particularmente bancos, coo- perativas bancarias y sociedades de ahorro y crédito) gozan de una abundante liquidez y aguarda por nuevos clientes en busca de capital fresco para invertir o ahorrantes que deseen un resguardo seguro para sus ingresos. En términos generales, los países de la región han registrado importantes avances en materia de inclusión financiera y penetración de los servicios financieros formales, pero todavía existen retos importantes que deben sortearse para llevar los beneficios de la in- clusión financiera a la base de la pirámide. Si se analizan los Indicadores de Desarrollo Mundial del Banco Mundial, se observa, por ejemplo, un crecimiento constante del crédito interno al sector privado como proporción del Producto InternoBruto (PIB) en todos los países de la región durante los últimos diez años. Este indicador se refiere a los recursos financieros proporcionados por las institu- ciones financieras al sector privado y es una medida valiosa paramedir el nivel de acceso al crédito. Costa Rica, es el país centroamericano que más progreso ha demostrado en esta medición, pasando de un 19 % en 1998 a un 63 % en 2018, una diferencia de 43 puntos por- centuales. Panamá, en cambio, solo ha crecido 5 puntos porcentuales; sin embargo, es el país de la región con mayor penetración del crédito, ubicándose en 87 % de su PIB; mientras que Guatemala, a pesar de haber incrementado el crédito como proporción del PIB en 12 puntos porcentuales, solo alcanza el 33% del PIB. Al mismo tiempo, la base de datos Global Findex del Banco Mundial (BM) que permite evaluar el acceso de las personas a los ser- vicios financieros formales, detalla que en la región este índice lo encabeza Honduras, país que ha ganado 24 puntos porcentuales de 2011 (21 %) a 2017 (45 %). Sin embargo, Costa Rica presenta los mayores niveles de inclusión con 68 %, por encima del promedio en Lati- noamérica que es del 53%. Rafael Pardo, especialista del Banco Mun- dial en sector financiero, explica que resulta complejo calificar el progreso individual de un país y contrastarlo con el de otro, dado que los niveles de desarrollo son heterogéneos y la clasificación depende de la dimensión que se toma en cuenta. Por ejemplo, en 2018 Costa Rica registró el mayor número de cuentas por millar de ha- bitantes en todo Centroamérica con 1,825. Sin embargo, Guatemala registró el mayor nú- mero de sucursales bancarias por cada 100,000 habitantes de la región con 26. Este punto, dice Pardo, resalta la impor- tancia de contar con instrumentos que per- mitan, tanto a autoridades como a los demás actores involucrados, implementar políticas públicas que permitan profundizar de manera responsable y sostenible al sector financiero. El Economista www.eleconomista.net Mayo - Junio 2020 • 17
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