Revista El Economista - Marzo 2020
La Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, reivindicó el valor del trabajo doméstico y de cuidado. 110 POR: EFE • BOGOTÁ L a titular de la Secretaría General Iberoamerica- na (Segib), Rebeca Grynspan, reivindicó en Bogotá el valor del trabajo doméstico y de la economía del cuidado que ejercen las mu- jeres en sus hogares y planteó que estas actividades sean remuneradas. “Por qué tenemos que con- siderar voluntario el trabajo de cuidado?” preguntó Grynspan al intervenir en el “Foro M: Ace- lerando el empoderamiento económico de las mujeres para alcanzar los Objetivos de De- sarrollo Sostenible” que se lle- vó a cabo en la capital colombiana. En el encuentro participaron líderes políticas y sociales de Colombia y el mundo convo- cadas por la vicepresidenta co- lombiana, Marta LucíaRamírez, con motivo del Día Interna- cional de la Mujer. Junto a Grynspan y Ramí- rez, que moderó el debate, la expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla y la secretaria general de la Organización Ibe- roamericana de Seguridad So- Grynspanpropone queseremunere el trabajodecuidado quehacen lasmujeres Especial Mujeres Líderes En A.L.: Según el Banco Mundial un incremento en la participación laboral de la mujer (de 2010 a 2019) en 15 % redujo la pobreza extrema en un 30 %. cial (OISS), Gina Magnolia Riaño, dialogaron sobre la ne- cesidad de dar más autonomía económica a las mujeres. DESIGUALDAD ECONÓMICA En la conversación se habló sobre las leyes que dificultan la igualdad económica de las mujeres frente a los hombres y sobre su aplicación efectiva en la sociedad. También se abordó la ne- cesidad de romper la brecha de género en el mercado la- boral y la creciente importancia de sectores en su mayoría col- mados por mujeres, como la llamada economía del cuida- do, una actividad de alto con- tenido social que mueve al año miles demillones de dólares en el mundo. En ese sentido, Grynspan dijo que muchas mujeres ha- cen ese trabajo de forma gra- tuita en sus casas, cuidando a personas mayores, o con las tareas cotidianas y planteó que quienes se dedican a ello deberían recibir la correspon- diente paga. “El primer problema es combatir la idea de que los cuidados son gratis porque los hacen las mujeres”, afirmó la titular de la Segib, quien resaltó que “siempre hay un costo para la mujer en horas y en salud”. Grynspan comparó este trabajo con el de muchos que hacen predominantemente hombres y señaló: “Así como no consideramos voluntario construir un puente, por qué tenemos que considerar como voluntario el trabajo que hacen las mujeres en el cuidado?”. En la misma dirección, Riaño afirmó que la desigualdad de género en la seguridad social se da en parte porque las mu- jeres salen “más del mercado laboral para tener hijos o cuidar (a sus familias), por eso cotizan menos y esas brechas no es- tán siendo atajadas”. Según explicó la secretaria general de la OISS, el trabajo del cuidado no remunerado representa nada menos que el 9 % del PIB mundial. Por otra parte, la expre- sidenta Chinchilla aseguró que “la desigualdad más per- versa es la de género” y alertó que el Programa de las Na- ciones Unidas para el De- sarrollo (PNUD) considera que “sí se ha avanzado mu- cho en igualdad de género pero el proceso parece que se está desacelerando”. Acabar con la brecha de género en el empleo, sobre todo en países de ingresosme- dios bajos podría incrementar el PIB de estos países hasta en un 35 % en promedio, según estudios del Fondo Monetario Internacional. 9 % del PIB mundial representa el trabajo del cuidado no remunerado, según la OISS. Centroamérica
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