Revista El Economista - Julio 2019
ANATERESARISO Socia de Arias Nicaragua Trabaja activamente enel desarrollo de lasmujeres enNicaragua. yha sido reconocida comoabogada líder en “The Legal 500”. P OR : E NRIQUE C ANAHUÍ F OTO : C ORTESÍA A na Teresa Rizo es socia en Ni- caragua de Arias y ha fungido como asesora legal de institu- ciones financieras internacionales, in- versionistas extranjeros, asuntos fisca- les, laborales y contractuales, así como en la elaboración y revisión de ante- proyectos de ley. Forma parte del listado como Aboga- do Líder por “The Legal 500”, entre otros reconocimientos relacionados con suprofesión. Comparte que, si bien no ha tenido li- mitaciones que le hayan impedido o he- cho más difícil crecer profesionalmente, está consciente de que, en lo social y polí- tico, las mujeres no han logrado romper ese“techodecristal”.Nodejadesorpren- derla que, pese a la existencia de muchas mujeres extraordinarias, en Nicaragua es difícil ganar esos espacios, mayor participación en los diferentes gremios y esferas de decisión y liderazgo. “He notado la falta de empodera- miento de las mujeres, por lo que es de suma importancia confiar en nuestras capacidades, reconocernos como mo- tores esenciales en la economía, no so- lo de nuestros hogares, sino también del país”, sostiene. Por esa razón, siempre reserva tiempo para apoyar redes o asociacio- nes que apoyan a las mujeres en su lu- cha por obtener el lugar que merecen. De igual manera trabaja por la inclu- sión y la no discriminación, bandera que comparte en todas las oficinas de la firma en la región. “Desde cualquier puesto o cargo, con trabajo, pasión y dedicación, se aporta significativa- mente ennuestra área de acción. Como abogada he tenido el privilegio de ha- ber abierto camino a inversiones de ca- lidad que, han generado empleos dig- nos a los nicaragüenses, dándoles el acompañamiento legal para que sus operaciones sean rentables, les permi- tan sostenibilidad a las empresas y sus colaboradores”, señala. • Promueve el empoderamiento femenino 44 • El Economista www.eleconomista.net Julio - Agosto 2019 PORTADA MUJERES ALPODER CAROLINAFLORES Socia de Arias Costa Rica Carolina Flores considera que sedebe empoderar aúnmás a lasmujeres yhacer que sedecantenenmayor númerohacia las ciencias duras. P OR : É LIDA M ORENO F OTO : C ORTESÍA C arolina Flores ha sido parte del grupo de abogados de la firma Arias, en Costa Rica, desde hace dos décadas. Ingresó en 1999, como asis- tente legal y, al cabo de 10 años, ascendió a asociada. En 2016, se convirtió en socia administradora de la oficina en ese país y, un año después, escaló hasta el Conse- jodeAdministraciónRegional, unaposi- ción que le permite ser parte de las deci- siones del grupo almás alto nivel. Graduada de abogada, en Costa Rica, Flores posee asimismo una maestría en DerechoTributario,delaUniversidadde NuevaYork. Una vida en balance Aunque afirma que en el día a día tiene que demostrar su capacidad, cuenta con la ventaja de trabajar en una compañía que valora el aporte de cada profesional con base en su lide- razgo y sumérito yno conbase en el gé- nero u otras características personales ajenas al desempeño laboral. “Me atrevo a decir que yonohe senti- do un techo de cristal, más allá del que viene de mi rol como madre. Ese rol sí, definitivamente, impone en nuestra so- ciedad exigencias mayores a las mujeres que pueden llegar a ser un techo de cris- tal”, afirma. Con todo, considera que en la firma ha logrado conseguir un balance entre ambas facetas de su vida, encontrando tiempo para ser a la vez una profesional dedicada a su trabajo y tambiénmadre. En términos generales, Flores hace una evaluación positiva del desarrollo de lasmujeres enCosta Rica, destacan- do que cada vez más tienen niveles educativos superiores a los hombres, pero reconoce que todavía se necesita dar más énfasis a las ciencias duras y reforzar el empoderamiento que nun- ca es suficiente. “Todavía haymuchasmujeres que no se sienten capaces de valerse por sí mis- mas, apesarde tener talento, capacidady oportunidades. Es doloroso”, concluye.
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