Revista El Economista - febrero 2019
El Economista www.eleconomista.net Febrero - Marzo 2019 • 71 cualquier ópera, es perfectamente natural”, diceGonzález. Aunque en los años ochenta ya existían teatros capaces de acoger amás de 3,000espectadores, como el ColóndeBuenos Aires o el LincolnCenter deNueva York, se escogió la opciónmás favorable para la acústica: 2,745 plazas, la salamás grande de Europa. El uruguayo se alió con físicos y especialistas en sonidode Francia, con los que apostópormateriales que reflejen el sonido, pues los asientos de terciopelo –o en su defecto las prendas de los asistentes– lo absorben. Un exquisitogranitogris procedente de la Bretaña decora las paredes, mientras lamadera de peral, anaranjada, deChina, y el aceronegrode balcones y asientos recuerdan inevitablemente a los colores de la orquesta. Los 720metros cuadrados del techoonduladode cristal ayudan también a que el sonido reverbere. Eso sí, la eleccióndel negro en los asientos en lugar del clásico corinto enfureció aMitterrand, quienpese a los numerosos retrasos en la obra logró estrenar el teatro, comoquería, el 13 de julio de 1989, para los festejos del bicentenariode laRevolución. Las remodelaciones tuvieronque seguir algunosmeses y la apertura definitiva se hizo en febrerode 1990. La ópera de la Bastilla ha logrado cumplir con el deseode sus creadores pues junto a la sede de Garnier acoge anualmente a cerca de dosmillones de espectadores. En sus asientos, todos igualmente cómodos, sin columnas oplazas ciegas que dificulten la visión, y por unprecioque va desde los 15 euros hasta los 220 –losmejores sillones ennoches de estreno–, la Bastilla presume finalmente de ser un teatropopular. “Lo difícil no es dar con plazas baratas, sino encontrar un hueco pues siempre está llena", dice González, que susurra un secreto: “Mientrasmás cerca del techo, mejor el sonido. De ahí que sean las plazas quemás rápido se agotan”. Efe • EL ECONOMISTA/EFE cuando se levanta el telóndel escenario y del de suparte trasera y se intuyen sus 1,500metros cuadrados. Pese a ocupar tan solo el 5%del total del edificio, la sala, con 20 metros de alto, 40de largo y 32 de profundidad, nomerece desprecios. “Fue unobjetode preciosos cuidados para el arquitecto y sus colaboradores. Aquí nohay micrófonos ni amplificadores. La acústica, comodebería ser en
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