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El Economista
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Abril - Mayo 2012
Raúl Figueroa Sarti, de la editora
guatemalteca F&G Editores, comenta
que en los últimos años la producción
de nuevos títulos en su país se ha
estancado cuantitativamente, pero que
el crecimiento se ha dado en términos
cualitativos.
Según Figueroa Sarti, las variables de
este estancamiento estriban en que las
materias primas para la producción del
libro son importadas, la inexistencia de
un mercado regional del libro y que,
aunque con algunas diferencias, en nin-
guno de los países centroamericanos
existen políticas estatales para la pro-
moción de la industria editorial.
De acuerdo con los últimos datos de
CERLALC, entre 2005 y 2009, el re-
gistro de novedades y reediciones de
títulos en las agencias nacionales de
ISBN (Número Normalizado Interna-
cional del Libro, asignado al titular de
un derecho) en los seis países del istmo
tuvo una continua reducción en los
primeros cuatro años, y presentó una
recuperación en 2009 que superó los
números de 2005 (4,883 frente a 4,690,
respectivamente).
El país que más registros produjo en
ese período fue Costa Rica, con 1,457.
Sin embargo, su industria aún no ha
recuperado los niveles de 2005 (2,400
registros). Hasta 2009, los registros en
Guatemala fueron 927; Panamá, con
704; Nicaragua, con 679; El Salvador,
con 585; y Honduras, con 531.
Carlos Clará, director de la salva-
doreña Aura Ediciones, señala que en los
últimos dos años el oficio de hacer libros
se ha fortalecido. La empresa que dirige,
una editora independiente, ha encon-
trado nichos que han permitido con-
tinuar moviendo el capital y que ahora le
permite pensar en una expansión y
buscar alianzas en la región.
La también salvadoreña Editorial
Delgado, parte de la universidad privada
Dr. José Matías Delgado, ha incremen-
tado su producción, según confirma su
directora, Marta Elena Uribe.
CERLALC estima que en América
Latina las universidades juegan un rol
significativo como agentes editoriales y
aportan oferta bibliográfica principal-
mente en las ramas de ciencias sociales,
ciencias puras y tecnología.
Centroamérica abre oportunidades
de mercado a las edi-
toriales. La clave, se-
gún la editora Susana
Reyes de Índole Edi-
tores, es “identificar y
desarrollar el ‘target’.
Hay un público pasivo
a quien se le puede llegar”.
Por su parte, Vanessa Núñez Hándal,
escritora salvadoreña radicada en Gua-
temala, destaca las oportunidades que
existen en el mercado centroamericano,
el cual lo cataloga como muy reducido
en editoriales, librerías, medios de dis-
tribución y de promoción.
“La gente quiere leer sobre su país.
Enterarse de qué pasó y de cómo in-
terpretarlo.” Ejemplo de ello, explica, es
Guatemala, país donde de los 20 títulos
más leídos durante 2011, 16 son sobre
temáticas nacionales.
Libros en mano, el sector editorial
busca promocionar sus productos.
En 2011, 43 editoriales conformaron
el colectivo regional que participó en la
Feria Internacional del Libro de Gua-
dalajara, principalmente eran casas de
Guatemala y de Costa Rica.
A las oportunidades se suman las
nuevas tendencias que como tinta
están pintando el futuro del libro, tales
como el libro electrónico como pro-
ducto, así como las nuevas tecnologías
y medios de comunicación como las
redes sociales.
Según estimaciones de CERLALC,
el libro impreso representa el 93% del
universo del libro de Iberoamérica. En
la región, dice De Fauvet, el libro
electrónico ya está afectando de al-
guna manera; sin embargo, vaticina
que llegará a quitarle no más de un
15% al libro impreso.
“El placer que da al ser humano el
tener un libro en sus manos, nunca lo
dará el libro electrónico.”
El libro de esta industria centroa-
mericana poco a poco se está dejando
pintar con estas nuevas tintas, incur-
sionando en el libro electrónico y aco-
modando sus estrategias de mercado.
EMPRESAS
SECTOR
EDITORIAL
“En toda la regiónalgunas personas
no leenni siquieraun libro.”
ANADOLORESMOLINADEFAUVET,
presidenta del Grupo de
Cámaras yAsociaciones de Libro de Centroamérica y el Caribe