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n los primeros años de
1900, un joven empren-
dedor de origen guatemal-
teco llamado Rafael Meza
Ayau llegó a El Salvador
junto con sumadre y se estableció en el
occidental departamento de Santa Ana,
una creciente ciudad dedicada en su
mayoría a la actividad cafetalera.
Fue ahí donde en diciembre de 1906
nació la primera empresa salvadoreña
dedicada a la producción de cerveza:
Rafael Meza Ayau y Compañía, que
más de un siglo después se erigiría
como un gigante de las bebidas.
En sus difíciles años iniciales, la
empresa elaboraba cuatro marcas de cer-
veza: Perro, Abeja, Extracto de Malta y Pil-
sener, de las cuales solo esta última perdura
hasta la actualidad.
Con el tiempo vino la aceptación del público
y las expansiones. En 1920, Meza Ayau abrió la
primera planta embotelladora de bebidas ga-
seosas con la marca Tropical y ocho años más
tarde trasladó la planta de producción con nueva
maquinaria a San Salvador, cerca de la estación del tren,
para llegar a nuevas zonas del país.
Otro momento crucial fue en 1935, con la unión de
Rafael Meza Ayau y Cía. y otra empresa cervecera,
Cervecería Polar, de donde nace La Constancia, S. A. Ese
mismo año adquiere su primera flota de 10 camiones de
distribución, que sustituyeron a las antiguas carretas.
Aldo Vallejo, vicepresidente de Asuntos Corporativos
de Industrias La Constancia, explica que el nombre de la
compañía está impregnado en ella como valor de per-
severancia por alcanzar metas, a pesar de las adversidades
a lo largo del tiempo.
En 1939 se marca otro paso para construir un pilar de
esta empresa: inicia la distribución de la popular Co-
ca-Cola en El Salvador.
La operación de embotellado de agua surge en 1944
como una división de La Constancia, S. A., bajo el nombre
de Cristal.
Para 1965 se funda Embotelladora Salvadoreña, S. A.,
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