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se construyó en 1904 (la primera
edificación de concreto y de dos plan-
tas que hubo en el país) y otra ubicada
en el barrio Las Acacias, de la misma
ciudad.
Sin embargo, Napoleón Larach, uno
de los nietos del fundador quien tuvo la
responsabilidad de desarrollar el ne-
gocio desde 1963 y que cuenta ac-
tualmente con 87 años, adelanta que
dentro de los planes corporativos se
encuentra la próxima apertura de una
tercera sucursal.
“Ahora es mi hijo Alejandro quien se
encarga de la empresa. Y mi nieto
Daniel ya está preparándose para po-
nerse al frente de una tienda que
abriremos”, dice el empresario, con
mucho orgullo.
Según él, la idea es que la tercera sala
de ventas, que estará ubicada esta vez
en Tegucigalpa, abra sus puertas en
2013 y esté precisamente bajo la ad-
ministración de Daniel Larach, su nie-
to, quien ya se encuentra incorporado a
la firma familiar, trabajando en las
tiendas de San Pedro Sula.
Y aunque los almacenes siempre
han sido el núcleo del negocio, durante
algún tiempo la familia también in-
cursionó en el sector bancario.
De estos movimientos es rescatable
la fundación del denominado Banco del
País, una institución que fue vendida
posteriormente al guatemalteco Banco
Industrial, pero donde algunos miem-
bros de la familia continúanmanteniendo presencia como parte
de la junta directiva.
Cuando Domingo Larach, hace 111 años, inició su almacén,
quizás nunca se imaginó que ese sueño llegaría a establecerse
como toda una institución comercial en San Pedro Sula y que
miembros de la quinta generación de su familia estarían
regentándolo más de un siglo después.
De hecho, el caso de Comercial Larach es uno de los escasos
negocios familiares exitosos en un terreno donde abundan las
disoluciones que no van más allá de la segunda o tercera
generación.
Las cifras contenidas en un estudio del Centro de In-
vestigaciones Económicas y Sociales (CIES), adscrito al Consejo
Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), son reveladoras a
ese respecto.
Según dicho análisis, el 90% de las empresas que operan en
Honduras son de carácter familiar. Sin embargo, solo un 16%
transita hacia la segunda generación, y apenas un 10% llega a la
tercera.
La situación es tan llamativa que el sector privado ha
comenzado, desde hace algún tiempo, a tomar cartas en el
asunto para lograr una mayor longevidad en los negocios que
tienen estas características.
En 2009, el Cohep, de la mano con el Banco Inte-
ramericano de Desarrollo (BID), inició un proyecto que tiene
un costo superior a $1,000,000 y por medio del cual se busca
fortalecer la supervivencia de empresas familiares durante
varias generaciones.
Asimismo, la gremial firmó recientemente un convenio con
la Cámara Española, con el fin de dar talleres que permitan
capacitar a los miembros de las firmas familiares para lograr
que la sucesión al interior de estas sea más exitosa.
Desde el negocio que ha visto florecer, Alejandro Larach,
el hijo de don Napoleón, cree que la clave que les ha ayudado
a ellos a manter en pie a la compañía durante tanto tiempo ha
sido justamente la unidad entre cada uno de los miembros
del grupo.
“La unidad familiar es el secreto de nuestro éxito. Mi mamá
siempre trabajó de la mano de mi papá, y desde niños, después
de salir de clases, nos veníamos para el negocio. Ahora uno de
mis hijos ha seguido ese camino y esperamos que las demás
generaciones también (lo hagan)”, dice el ejecutivo quién lleva
hoy la responsabilidad de administrar el negocio.
Con esa visión, la firma que inició en San Pedro Sula piensa
salir a la conquista del corazón de todos los hondureños. En el
mapa ya marcaron a Tegucigalpa. Y la voluntad es ir por más.
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