Revista El Economista - Marzo 2020

130 El caso de laManada, una violación en grupo a una joven de 18 años durante la fiesta de San Fermín en Pamplona en 2016, supuso un pun- to de inflexión en la sociedad española y el movimiento feminista, que vivió un nuevo avance con nueva ley en la que el consentimiento de lamujer marca la definición de una posible violación. La llamada “ley del solo sí es sí”. Una norma redactada en tiempo récord (el Gobierno, una coalición de izquier- das, tomó posesión hace apenas unmes ymedio) que quiere responder a una demanda social que comenzó a hervir tras el fallo judicial que, en primera ins- tancia, tipificó el delito de “laManada” como abuso, demenor gravedad que la agresión sexual. “Más que un despertar, fue un golpe de realidad para el feminismo y para per- sonas que pensábamos que esto estaba superado, creíamos falsamente que la justicia tenía una cierta perspectiva de género, con esta sentencia nos dimos cuenta de que no”, lamenta la presidenta de la FederaciónMujeres Jóvenes, Ada Santana. A su juicio, esa sentencia dio lugar a una de las reivindicaciones que se ve con- testada con la nueva ley: “que no haya distinción entre abuso y agresión sexual, sino que sea unmismo delito que contemple atenuantes y agravantes”. No obstante, Santana cree que el movimiento feminista español se encuentra "un poco paralizado". ”Quizá porque en reacción al resurgir también ha habido una respuestamayor en contra y también estamos perdidas en las diferencias que hay en el feminis- mo y no tanto centradas en los objetivos que nos afectan a todas”, apunta. Lasmujeres jóvenes “no pueden tener lasmismas reivindicaciones” que sus predecesoras: “No es el mismo el contexto de unamujer mayor con trabajo (...) muchas veces las feministasmayores notamos que nuestra agenda no es la misma”. Ñ En unmomento de avance global, lasmujeres árabes siguen sufriendo retrocesos en sus derechos pese a las esperanzas que despertó la Primavera Árabe de 2011. Las mujeres viven una situación “dramática”, según define la funda- dora de la organización egipcia Nazra para Estudios Feministas, Mozn Hasan, que en 2016 recibió el Right Livelihood Award, conoci- do como Premio Nobel Alternativo. Hasan, víctima también de esa represión y quien tiene prohibido salir de Egipto por estar acusada en un caso contra trabajadores de varias ONG locales, asegura que “este es el peor momento para las mujeres en Oriente Medio”. “Hay abusos y represión contra las defensoras de los derechos de las mujeres, violencia y abuso sexual contra las mujeres”, lamenta. Aun- que en respuesta a ello “han nacido más movimientos feministas”. “Estoy orgullosa de todas las mujeres que pagaron y siguen pagando el precio sólo por activar el debate sobre la situación de las mujeres en el mundo árabe”, afirma al tiempo que asegura que existe “un mo- vimiento feminista real” en el mundo árabe, incluso en países en guerra. Así, habla de que en Yemen son ellas las que “preguntan a otras mu- jeres sobre el proceso de paz” para involucrarlas y en Siria, son las mujeres las que “ponen en marcha el debate sobre el futuro del país”. “Tengo mucha confianza en que las mujeres de la región serán capa- ces de cambiar la realidad en sus países”, comenta con esperanza, quizá el sentimiento más universal del feminismo del futuro y del presente. Á Especial Mujeres Líderes Centroamérica

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